jueves, 24 de noviembre de 2016

Pensar con el cerebro hueco

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No dejes tu cerebro hueco. Como dijo una vez Benjamín Franklin: usa el dinero que tienes en el bolsillo para llenar tu mente y luego la mente repondrá con creces tus bolsillos.
En 1948 T.S. Elliot obtuvo el Premio Nobel de literatura  por su contribución a la poesía moderna. En una época de desintegración buscó el orden aplicando formas del pasado. Afirmó: ¿dónde está el conocimiento que se perdió con la información, dónde está la sabiduría que se perdió con el conocimiento? La información es como el carbón en la mina, el conocimiento lo convierte en hierro, la sabiduría lo usa para construir un puente.

Cerebros huecos

El miedo a empeorar más y la desigualdad creciente llevaron al voto castigo en las elecciones recientes en EEUU. Un hombre con el cerebro hueco pudo captar, el voto de la gente.  La democracia viene empeorando. Es dirigida por élites que dominan invisiblemente, reparten los recursos entre pocos y la corrompen. Para las mayorías globalizarse fue perder. La tecnología acelera pero su educación atrasa y en sus tareas son reemplazados por robots. En el imaginario popular un outsider, con el cerebro hueco los defenderá. Mientras que los ricos son cada vez más ricos, la teoría del derrame no funcionó y la copa desbordada no generó bienestar. EEUU no no supo integrar a las mayorías al progreso.
Hillary Clinton representó a esa democracia desencantada, que tampoco pudo transformar Obama. El sueño americano es cosa del pasado.
Para las familias norteamericanas no asociadas al proyecto tecnológico, la globalización representó una pérdida, sobre todo con respecto a los asalariados calificados y con los profesionales.  Para esos sectores la globalización no les permitió sumarse al tren del progreso.
La cuarta revolución industrial caracterizada por la tecnología hizo perder millones de puestos de trabajo. La cuestión es alarmante porque  la evolución tecnológica tomó velocidad exponencial. Las capas medias y bajas de la población, con educación insuficiente para adaptarse.
Trump le habló de lo que les importa; habló con su lenguaje y actuó como si fuera a defender sus intereses. Les habló de comercio, del trabajo y de la inmigración. Los trabajadores de la industria, blancos, sin formación superior, se cansaron de esperar y votaron a quien anunció cambios inmediatos. Votaron a Trump, no al Partido Republicano, porque descreen de las elites políticas. Son millones que perdieron sus buenos empleos, redujeron sus ingresos, y apoyaron a quien ofrece solidaridad para remediar sus penurias. Vienen de viejas frustraciones. Irán hacia otras.
Los hombres blancos sin estudios superiores han sufrido una pérdida promedio de un 25% de su ingreso y tienen una peor calidad de vida.  Se sintieron abandonados y ayudaron a quien se hizo eco de sus temores a que les roben sus costumbres, hábitos y creencias.
En los últimos 15 años la prosperidad se distribuye entre los ricos, marcando desigualdades intolerables. Sus comunidades son ignoradas, carecen de puestos decentes de trabajo. Los trabajadores blancos, empobrecidos, son casi 1/3 del electorado. Perdían poder social e intentan recuperarlo. No lo lograrán sin sindicatos fuertes. La principal razón de su voto fue modificar la economía. La economía anda mal y la situación personal financiera está peor que hace cuatro años. Son previsibles nuevos desengaños de trabajadores al estar desprovistos del necesario y suficiente poder sindical, único equilibrio de fuerzas antagónicas; por ello son previsibles perturbaciones hasta ahora desconocidas .
Para los progresistas el presidente electo es un hombre hueco, codicioso, mentiroso y fanático. Elliot también escribió al respecto: Somos los hombres huecos/ Los hombres rellenos de aserrín/ Que se apoyan unos contra otros/ Con las cabezas llenas de paja. Ahora habrá que ver qué pasa, si las élites racionalizarán sus excesos para no perder sus privilegios y si los progresistas verán qué es lo que no hicieron para poder evitarlo.

Singapur, el paraíso del capitalismo

La pequeña isla asiática se convirtió en poco tiempo en uno de los países más prósperos, avanzados y seguros del mundo, consiguió acabar con la pobreza y el desempleo y creó un sistema de salud, una educación y oportunidades de trabajo al alcance de todos, así como una inmigración controlada que beneficia por igual al país y a los extranjeros que vienen a trabajar.
Contra todas las teorías las razas, religiones, tradiciones y lenguas distintas en vez de ser un obstáculo para el desarrollo, pueden vivir perfectamente en paz, colaborando entre ellas, y disfrutando por igual del progreso sin renunciar a sus creencias y costumbres.
El sistema que empezó en 1959 era autoritario, aunque conservara la apariencia de una democracia, pero, a diferencia de otras dictaduras, nadie lo aprovechó para enriquecerse, y el poder judicial funcionó manera independiente, penalizando los casos de corrupción. Singapur tuvo siempre un puerto abierto que estimuló el comercio internacional, pero el gran desarrollo surgió de la apertura económica y de incentivos a la inversión extranjera. Mientras, siguiendo las políticas de la Cepal, los países del Tercer Mundo “defendían” sus economías de las transnacionales a las que mantenían a distancia y propiciaban un desarrollo para adentro, Singapur se abría al mundo y atraía a las grandes empresas ofreciéndoles una economía abierta de par en par, un sistema bancario y financiero eficiente y moderno, y una administración pública tecnificada y sin corruptelas.

Cómo salir de la pobreza

¿Se podría conseguir esa transformación sin autoritarismo y respetando los usos de la democracia? Podría ser, a condición de que haya una mayoría del electorado que lo crea y dé su respaldo a un plan de gobierno para las reformas. Porque, probablemente por primera vez en la historia, en nuestra época la prosperidad o la pobreza de un país no están determinadas por la geografía, ni por la fuerza, sino por las políticas que sigan los gobiernos. Mientras tantos países del mundo subdesarrollado, enajenados por el populismo, elegían lo peor, esta pequeña isla del Asia optó por la opción contraria y hoy en ella nadie se muere de hambre, ni está en el paro forzoso, ni se ve impedido de recibir ayuda médica si la necesita, casi todos son dueños de la casa donde viven y, no importa a cuánto asciendan los ingresos de su familia, cualquiera que se esfuerce puede recibir una formación profesional y técnica del más alto nivel. Vale la pena que los países pobres y atrasados aprendan esta lección.

La educación atrasa

La educación más avanzada del mundo es hoy la de regiones que estuvieron sometidas al colectivismo: Shangai y Hong Kong. Hasta no hace mucho, el liderazgo era de Finlandia, cuyo sistema de educación fue diseñado por la socialdemocracia y otros partidos definidos como progresistas. Los gobernantes finlandeses comprendieron que la calidad educativa depende de la calidad de los docentes. Para ser maestro en Finlandia hay que seguir una carrera universitaria. Y no es fácil ingresar: hace falta salir de la secundaria con un muy alto promedio y, además, pasar un examen muy riguroso. Cada año, 9 de 10 aspirantes quedan fuera. El sistema ha llevado a que Finlandia cuente con un plantel docente de excepción, que provocó el gran salto de ese país cuyo sistema educativo no difería antes de los años 60 de los que tenían otros países.
En Shangai, como en otras partes del Lejano Oriente, se ha seguido otro método: la “segregación de programas y pedagogía”. Los niños tienen, en la escuela primaria, maestros por materia. No hay un solo docente que enseñe todo. Unos son maestros de matemáticas, otros de historia, otros de lenguaje, pero todos han sido entrenados, pedagógicamente, conforme la clase de didáctica que requieren sus respectivas materias.
Latinoamérica ha seguido, durante muchos años, un camino alejado del que recorrieron los países ubicados hoy al tope de las tablas internacionales de educación. Es necesario ahora realizar movimientos pausados pero constantes para rectificar el sistema educativo desviado. Las reformas súbitas y profundas pueden ser frustrantes y aun contraproducentes.

Las experiencias piloto

Un modo de llegar al cambio sería llevar a cabo experiencias piloto, que sirvieran para medir la viabilidad, y las consecuencias  de modelos de educación que en otras partes han dado lugar a éxitos resonantes. Esas experiencias requerirían la cooperación entre la Nación y las provincias o los municipios donde llevarlas a cabo. Pero no sólo eso: deberían tener el consenso de los docentes y de la comunidad. En cualquier caso, la primera necesidad es liberar la política educacional de una falsa carga ideológica. Sean de derecha o de izquierda, no hay gobiernos que hayan logrado éxitos en educación por el método de “dejar hacer, dejar pasar”. Los éxitos son, siempre, resultado de planificación y método. Ambas cosas puede hacer diferir un modelo educativo de otro. Lo que no cambia es el grado de exigencia. La pasividad y la condescendencia no dan lugar a una educación de calidad. Cualquier modelo necesitará siempre que la educación privilegie la disciplina, el esfuerzo y el rigor intelectual.

Nuevos modelos de gestión del conocimiento

Al contrario de lo que se cree, un cerebro permanece hueco aunque pueda repetir de memoria lo que recibió. Lo que sirve es que la respuesta cambia como efecto del aprendizaje. Ahí se puede afirmar que se aprendió.
La memoria registra y sistematiza el conocimiento para que se encuentre disponible cuando sea necesario. Para que el conocimiento sea útil debe estar almacenado con algún criterio que facilite su uso. La memoria no es muy eficiente autoorganizando la información.

Resolver problemas

Es clara la diferencia entre hacer algo de memoria y resolver un problema. Una tarea sólo exige voluntad y energía para aplicar la memoria. Un problema es algo nuevo y por eso no se puede resolver sin aprendizaje o sin generar una idea. Hay un conocimiento tácito al que no se sabe cómo acceder y otro explícito pero que no se sabe utilizar para generar ideas.

Soy lo que seré

Esta frase expresa la noción de desafío. Para llegar a ser lo que se quiere llegar a ser hay que descubrir lo se quiere. El deseo es el principal motor del cerebro. De este modo se inicia el camino a la excelencia. Cada persona nace con un genio interior a descubrir y potenciar. Si la educación busca igualar convierte la debilidad de la ignorancia en mediocridad, hay que convertir la fortaleza en excelencia. El poder inteligente –smart power–  conjuga razón y emoción, plan e intuición, conocimiento e imaginación.

Instalar un GPS en el cerebro

El GPS cuenta con el mapa del territorio. El cerebro debe contar con la información sobre qué y cómo se hace (procesos), qué dio mejores resultados (buenas prácticas),  sobre qué hay que evitar (errores), quiénes pueden ayudarnos (capital social), etc. La clave es saber dónde uno está y a dónde quiere ir. Sin conocer los objetivos, el GPS es inútil. Un software externo no sabe nada de nosotros, es un radar que nos vigila. El software interno es como una brújula que recurre al pensamiento creativo y estratégico: ¿Dónde estaba ayer? ¿Dónde estoy hoy? ¿Dónde quiero estar mañana y ¿Cómo haré para conseguirlo?

Un doble camino de desarrollo

La metodología intelectual enseña a usar el cerebro tanto en la percepción: velocidad y comprensión en la lectura, capacidad de escucha, agudeza sensorial y capacidad de observación, como en el procesamiento: técnicas de estudio, concentración y memoria, en la comunicación: oratoria, redacción y en la aplicación del conocimiento para la resolución de problemas.
El segundo recorrido es aprender a convertir espíritu en materia. La inteligencia espiritual es la batería que brinda y recarga la energía. La inteligencia  emocional la pone en movimiento cada día,  la creativa la hace circular mediante las ideas, la estratégica convierte las ideas en planes, la corporal ejecuta el programa, la social permite liderar y trabajar en equipo, la digital lleva el proyecto a internet.

En resumen

Estudiando el cerebro de los grandes hombres se comprobó que su éxito no dependía de factores innatos.  Einstein tenía un cerebro parecido al de cualquiera, la diferencia estaba en el software con el que lo hacía funcionar.
La PNL o programación neurolingüística descubrió que aprendemos imitando. Lo ideal es imitar a los mejores hombres y a las mejores políticas educativas. Esto se aplica a  personas, empresas y naciones. Japón destruido después de la 2da guerra mundial y sin recursos naturales, imitó y mejoró los productos que importaba y se convirtió en potencia. Un cerebro hueco usa la fuerza bruta, se cansa y termina en el burnout o cerebro quemado. Un cerebro inteligente usa instrumentos:  “los métodos son la mayor riqueza del hombre”.
No dejes tu cerebro hueco. Como dijo una vez Benjamín Franklin: usa el dinero que tienes en el bolsillo para llenar tu mente y luego la mente repondrá con creces tus bolsillos.
Dr. Horacio Krell. Director de Ilvem, consultas a horaciokrell@ilvem.com

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