miércoles, 31 de agosto de 2016

La creatividad por David Lynch

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Atrapa el pez dorado es un libro escrito por David Lynch en 2006 con el subtítulo de Meditación, conciencia y creatividad. Esta obra de fácil lectura no es un recetario de técnicas creativas, sino una recopilación de anécdotas y pequeñas reflexiones de Lynch sobre el arte y el cine. Por supuesto, sobre la meditación transcendental que practica desde 1973.
Atrapa el pez dorado puede ayudar a algunos a entrar en el universo de Lynch. Aquí haremos un repaso a lo que Lynch escribe sobre la creatividad.
Cuando prestas atención
Para Lynch «las ideas son como peces» y hay que estar atentos para atraparlas. En el libro cuenta cómo atrapó algunas brillantes. Por ejemplo, recuerda que durante el difícil y largo rodaje de Cabeza borradora dibujo un perrito:
«Parecía enfadado. Y empecé a mirarlo y a pensar en él y a preguntarme por qué estaría enfadado. Entonces dibujé una tira de cuatro viñetas en la que el perro no se movía».
En aquellos momentos, Lynch tenía cerca de treinta años y se consideraba un fracasado. Comenzó el rodaje de Cabeza borradora con una aportación de American Film Institute y para continuarla pidió dinero a amigos y familiares. Para pagar las facturas y mantener a su primera esposa e hijo repartía periódicos.

Lynch continúa:
«La causa del enfado era el entorno. El perro oye sonidos provenientes de la casa».lynch1
Lynch dibujó bocadillos de lo que se hablaba en la casa. La idea gustó a L. A. Weekly y Lynch dibujó las desventuras de The Angriest Dog in the Worlddurante nueve años.
Lynch también recuerda cómo creó una de las escenas más perturbadora de Twin Peaks:

Lynch escribe:
«El ayudante de decoración Frank Silva movía muebles en la casa de Laura Palmer. Una mujer dijo: “Frank, no coloques el armario delante de la puerta. Te quedarás encerrado en la habitación”. Y me vino a la mente la imagen de Frank en la habitación […] Grabamos a Frank quieto al pie de la cama».
Lynch reconoce que «no sabía que significaba». Más abajo escribe:
«Esa tarde grabamos la escena de la madre de Laura Palmer en el sofá. Ella veía algo en su mente y chillaba. “Corten, perfecto”, grité. La actriz dijo: “No está bien, Frank se reflejaba en el espejo”».
El pequeño incidente de rodaje dio a Lynch la clave para colocar el plano de Frank que acabaría siendo el personaje llamado Bob. No es la primera vez que el director graba material inesperado siguiendo su intuición y lo encaja durante el rodaje o el montaje.
Descubrir cosas maravillosas
Lynch considera que unas ideas surgen por accidente y otras prestando atención a las cosas pequeñas. Gracias a poner atención a lo pequeño consigue perturbarnos con un plano tan simple como la cabeza de Barbieentre unos dedos:

No a las emociones negativas - Lynch
Lynch considera que para atrapar ideas el artista debe estar libre de emociones negativas. Para el director, la ira o la depresión son pinzas que atenazan la creatividad. La propuesta de Lynch enlaza con la paradoja del comediante formulada por Diderot. El autor francés considera que el artista no puede crear en medio del dolor sino una vez que lo ha superado o que lo observa con distancia.
Controlar el trabajo
La depresión o la ira perjudica también al deseo de trabajar. La época en la que Lynch rodó Cabeza Borradora fue la más oscura para el director. Durante los cinco años entre la primera y última toma, Lynch llegó a considerar que el tiempo se le escapaba de las manos y que el mundo corría deprisa a su alrededor. Sin embargo, nunca pensó en abandonar.
Una hora de buena pintura
Para Lynch es imposible dar forma a las ideas sin tiempo. Lo mismo vale para escribir una escena, el capítulo de una novela o completar una pintura. (Recordamos que John Cleese dice que la creatividad es «tiempo y más tiempo»). El perrito enfadado de Lynch es un ejemplo sencillo de la importancia de dedicar tiempo al desarrollo de las ideas.
Hacer lo que enamora
Lynch también nos recuerda que el artista debe abstenerse de pensar en las consecuencias de la obra. Toda obra causará admiración a unos y disgusto de otros. Pensar en las consecuencias puede ser paralizante.
POR JAVIER MELENDEZ MARTIN

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