miércoles, 27 de abril de 2016

“La vida es ahora y tenemos que hacerla lo más preciosa posible”

http://www.lavanguardia.com/lacontra/20160428/401415932827/la-vida-es-ahora-y-tenemos-que-hacerla-lo-mas-preciosa-posible.html 
Ángela Molina, actriz
Tengo 60 años. Nací y vivo en Madrid. Me he casado dos veces, tengo cinco hijos y tres nietos. Estamos en un momento de zozobra, pero siento que nos encaminamos a un cambio que es para bien. Nuestra humanidad es el mejor proyecto. Creo que todas las personas somos cuerpo y espíritu
“La vida es ahora y tenemos que hacerla lo más preciosa posible”

El jeroglífico

Habla con el cuerpo, con la cara y hasta con el pelo, El cómo lo cuenta completa lo que cuenta, que a veces queda inacabado, como suspendido. Ha sido más de 200 mujeres. Ahora llena, con su pelo cano y su cintura de avispa, el escenario del teatro Romea siendo Cleopatra y hablando con César (Emilio Gutiérrez Caba) desde la eternidad. Lleva tatuado en el empeine un dibujo diminuto: dos pájaros, una luna creciente, una estrella y el mar. “Me lo hice yo misma a los 20 años en Roma, cogí elementos de la naturaleza que me gustan y los combiné. Años después una egiptóloga me dijo que ese dibujo era un jeroglífico y que significa vida... ¡Menos mal! Y fíjese, cuarenta años después he acabado siendo Cleopatra”.
Qué le han enseñado los años?
A tener más conciencia de lo que realmente respeto en la vida: el amor y la libertad; a ser lo que soy y disfrutarlo, porque es la única forma de relacionarse de verdad.
¿Cuándo dejó de intentar ser otra?
He aprendido de mis mayores, son ellos los que han pulsado mis pasiones, pero nunca he intentado imitarlos, sino conocerlos, y al conocerlos a ellos me he conocido a mí misma.
A los 16 años ya se puso ante las cámaras. ¿Cuál era su deseo?
La primera vez que rodé tenía que beber de la fuente de un pueblo de La Mancha. Cuando dijeron “acción ” recogí con mis manos el agua cristalina, la llevé a mis labios, sentí su frescor, su pureza, y la felicidad me atravesó. Entonces pensé: “Si puedo transmitirle a la gente lo que estoy sintiendo, quiero dedicarme a esto el resto de mi vida”.
Ha sido usted precoz.
He sido valiente.
¿Y los reveses de la vida?
Soy consciente de que no estaban destinados a mí, simplemente la vida es así. Hay que ser humilde y estar a la altura de las circunstancias y disponible para los que amas y te necesitan.
Parece que piense usted más en los otros que en usted.
Sin el otro, uno no es nadie. Si hay amor, tenemos todo lo que deseamos. Y somos el fruto de ese algo tan común: el amor.
El desamor también es muy común.
Yo crecí con el ejemplo de un gran amor, el de mis padres, apasionado y real. Aprendí muchísimo del dolor y del amor, y los recuerdos me siguen enseñando. Lo que dejamos los unos en los otros es muy importante.
Tener un padre cómplice ¿complica lascosas a la hora de tener un compañero a la altura?
Un hombre como mi padre no creo que exista. Mi padre era una ópera, lo decía todo cantando. Pero el amor no se compara.
No, pero uno siente las frustraciones.
Es parte de la vida; uno sueña lo perfecto, porque en el fondo debemos de serlo…
¿Perfectos?
Sí, yo creo que morimos siendo perfectos, uno no puede hacer ese viaje sin serlo. Mi padre me enseñó a vivir y a morir bien. Se fue divino.
¿Teme a la muerte?
Nunca me lo he preguntado, pero quiero que suceda cuando sea muy viejecita.
¿No se hace preguntas existenciales?
Continuamente, eso me alimenta. Pero cuanto menos tiempo me queda, menos confundida estoy. Hoy sé que el ego es una cruz que hay que aprender a llevar.
Madre de cinco hijos con una profesión intensa. ¿Es compatible?
Sí, siempre que estés donde estás con todo tu ser. A mí de niña me faltó mucho mi padre, pero entendía que tenía que trabajar para mantener a sus ocho hijos, así que era feliz. Hay que confiar, todo es como tiene que ser.
¿No le angustiaba estar a miles de kilómetros de sus hijos demasiadas veces?
Por supuesto, pero para que ellos tengan lo mejor tú debes desarrollarte. Somos lo que hacemos y lo que dejamos.
¿Ha tenido problemas en su profesión por el hecho de envejecer?
No, simplemente han cambiado los papeles que interpreto.
Las arrugas, la transformación del cuerpo...
Me produce perplejidad, pero ya no me comparó con la que fui, no me interesa, me interesa más la señora de 60 años que soy, para mí es nueva y quiero descubrirla.
¿Qué le legó su padre?
El amor a los demás. Su felicidad era la gente, y hacía que el otro se sintiera lo más importante del mundo. Era muy auténtico. Y decía lo que pensaba, era valiente.
Habla usted mucho de la valentía.
Para mí la valentía es creer en el otro como en ti mismo y hacerte eco de tus sueños, seguir tus instintos. Estamos hechos de sentido.
...Y de ambición sin sentido.
Cada día nos levantamos y hacemos lo que tenemos que hacer, y aunque pensemos que no creamos, creamos, porque entre todos hacemos el mundo.
Ha trabajado usted con gente excepcional.
Sí, y no puedo citar a unos y omitir a otros, todos conforman mi vida y si quito a uno igual se desmorona. Cada uno deja su huella.
Buñuel, Mastroianni, Michel Piccoli…
Son mis compañeros, impresiona porque muchos se van yendo. Pero no me despido nunca de la gente que amo porque sigue viviendo en mí. Vivimos pedazos de eternidad sin saberlo.
¿…?
Yo creo que todo debe de tener una respuesta tan grande como la vida misma, que es el milagro más inmenso.
Resuma su vida en tres escenas.
En cinco: parir y recibir a cada uno de mis hijos han sido mis momentos milagro. Pero la vida es ahora y tenemos que hacerla lo más preciosa posible. Hay que estar a la altura de la vida, ese es mi empeño y mi manera de agradecerle.
¿Cree que la vida espera algo de nosotros?
La vida habla de necesidades. Se ama porque se necesita, igual que se bebe o se sueña porque se necesita. Estamos aquí porque la vida necesita vida. Todo es necesidad en el sentido más bello, nada es superfluo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario