viernes, 29 de enero de 2016

Séneca, sobre la felicidad y descubrir nuestro camino

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"Si uno no sabe a que puerto se dirige, ningún viento es favorable" .—Séneca

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El experto en mitos Joseph Campbell afirmó que para vivir una vida emocionante y satisfactoria era preciso descubrir nuestro propio camino, “seguir lo que nos hace felices”. Steve Jobs también señaló en la misma dirección, “sigue tu pasión” fue su manera de expresarlo.

Lucio Anneo Séneca, quizá el más importante filósofo estoico, no solo nos aconseja sobre la importancia de seguir nuestro propio camino, también nos advierte del peligro de seguir el camino más transitado, por el que todos van.

En una encuesta realizada a adolescentes norteamericano, a la pregunta sobre qué les gustaría ser de mayores, un gran (y decepcionante) número contestó: “famoso”. Fama, dinero y poder son poderosos señores que nos seducen con su brillo y nos pueden desorientar cuando queremos hallar nuestra propia senda.

El sabio Séneca en el maravilloso Sobre la felicidad nos previene contra las rutas que la mayoría anhela:
Todos los hombres, hermano Galión, quieren vivir felices, pero al ir a descubrir lo que hace feliz la vida, van a tientas, y no es fácil conseguir la felicidad en la vida... si ha errado el camino, si éste lleva en sentido contrario, la misma velocidad aumenta la distancia. Hay que determinar, pues, primero lo que apetecemos; luego se ha de considerar por dónde podemos avanzar hacia ello más rápidamente, y veremos por el camino, siempre que sea el bueno, cuánto se adelanta cada día y cuánto nos acercamos a aquéllo que nos impulsa un deseo natural.

[...]

Aquí el camino más frecuentado y más famoso es el que más engaña. Nada importa, pues, más que no seguir, como ovejas, el rebaño de los que nos preceden, yendo así, no a donde hay que ir, sino a donde se va. Y ciertamente nada nos envuelve en mayores males que acomodarnos al rumor, persuadidos de que lo mejor es lo admitido por el asentimiento de muchos, tener por buenos los ejemplos numerosos y no vivir racionalmente, sino por imitación. De ahí esa aglomeración tan grande de personas que se precipitan unas sobre otras. Lo que ocurre en una gran catástrofe colectiva, cuando la gente misma se aplasta, nadie cae sin arrastrar a otro y los primeros son la perdición de los que siguen, puedes verlo suceder en toda vida; nadie yerra sólo por su cuenta, sino que es causa y autor del error ajeno. Es dañoso, pues, apegarse a los que van delante; y como todos prefieren creer que juzgar, nunca se juzga acerca de la vida, siempre se cree, y nos perturba y pierde el error que pasa de mano en mano. Perecemos por el ejemplo de los demás; éste es el resultado de todo juicio que se falla por el voto de la mayoría… nos salvaremos si nos separamos de la masa.
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Lucio Anneo Séneca

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