viernes, 27 de noviembre de 2015

La experiencia del entusiasmo

 Alejandro Rozitchner
 
Todos disfrutamos del estado de entusiasmo. En él nos sentimos más vivos, más livianos, más motivados para poner en movimiento proyectos o iniciativas de todo tipo.
Todos conocemos también las naturales fluctuaciones de ese estado de ánimo, que en muchos casos no soporta enfrentarse con problemas, obstáculos o demoras. Muchos logran entusiasmarse con facilidad, pero luego ven decaer su enganche y crecer una nueva frustración, al punto de creer que el entusiasmo es en sí mismo un estado exaltado y peligroso. Pero no hay que culpar a ese movimiento de excitación y disfrute por pasos que no supimos dar.
Conocer más profundamente el funcionamiento del entusiasmo permite responder mejor en esos momentos críticos, nos vuelve capaces de superarlos y continuar nuestro avance.
El entusiasmo no debe generar en nosotros nuevos motivos de reproche o nuevas formas de auto sospecha: es una fuerza valiosa que nos proyecta hacia el mundo y hacia los otros.
El entusiasmo favorece nuestra maduración, nuestro crecimiento y nuestra felicidad. Nos vuelve productivos, generadores de ideas, activos promotores de lo que deseamos.
Hay entusiasmos de todo tipo: artísticos, amorosos, políticos, empresariales. Se trate de concretar un proyecto largamente pensado o de encontrar algo que nos coloque en esa frecuencia de acción y desarrollo.


Promover el entusiasmo en los asistentes
Comprender el sentido y movimiento del entusiasmo
 para poder favorecer su despliegue personal
Potenciar las acciones que nutren el entusiasmo
Generar nuevas iniciativas en los participantes
 para subir la apuesta en sus intereses y proyectos
Estimular la expresividad y el intercambio con otras personas
 como forma de intensificar la presencia de los entusiasmos
 personales en el medio propio

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