lunes, 28 de septiembre de 2015

La responsabilidad de abrir un país a la tecnología

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Narendra D. Modi by Narendra Modi (CC BY)Si alguien es capaz de entender la importancia y la responsabilidad de abrir todo un país a la tecnología, ese parece ser Narendra Modi, el primer ministro indio.
Desde su llegada al cargo, Modi se ha embarcado en una cruzada de modernización del gobierno y de las infraestructuras, que incluye una fortísima reducción de la burocracia y un incremento de la inversión extranjera directa en el país. Ahora, tras su último viaje a Silicon Valley, el primer ministro ha logrado situar a India como el país más interesante y atractivo para las compañías tecnológicas, por encima de China. Tres factores fundamentales: dividendo demográfico, una estructura democrática consolidada, y una fuerte base de demanda, a los que se une una vocación gubernamental inequívoca hacia la desregulación.
Un primer ministro preparado para encontrarse con líderes de compañías tecnológicas y hablar con ellos en su lenguaje – y no nos referimos únicamente al hecho de hablar en inglés, que obviamente también tiene su importancia. Se trata de desplegar propuestas de valor interesantes y de convertirse en un aliado que entiende lo que el progreso tecnológico puede ofrecer a su país, en lugar de presentarse como enemigo dispuesto a defender a lobbies trasnochados y a tratar de evitar de todas las maneras posibles que el progreso siga su curso.
Una persona que entiende la pujanza de la comunidad india en Silicon Valley, y que es capaz de convocarlos, reunirse con ellos, y convencerlos acerca de la importancia de devolver a su país una parte del valor que originalmente obtuvieron de él. De hacer que se den cuenta de que el inmenso mercado de más de 230 millones de usuarios de internet tiene no solo mucho que ofrecer, sino también mucho que ganar de la expansión y popularización del uso de la tecnología en términos de productividad y generación de valor.
Con 65 años y con una educación y un perfil no especialmente afines a la tecnología, Modi es un caso claro de persona que ha sabido entender la propuesta de valor que supone invertir en progreso y en comunicación con los ciudadanos. Su uso de los medios sociales le ha llevado a ejercer un liderazgo basado en la proximidad y las redes sociales, a convertirse en el segundo líder mundial más popular en Twitter, con más de quince millones de seguidores, o a ser el primer líder que decidió interactuar directamente con sus ciudadanos en el año 2012 utilizando los hangouts de Google. Ahora, Modi ha conseguido ser el personaje de moda entre los líderes de las empresas tecnológicas de Silicon Valley, el que sintoniza realmente con ellos, y el que es capaz de convertir en realidad iniciativas como la de convencer a Google para que invierta en ofrecer conectividad WiFi en más de cuatrocientas estaciones de tren a lo largo de todo el país.
Tras su primer año de mandato, la popularidad de Modi supera el 87%, con un 68% de los ciudadanos que le otorgan una calificación muy favorable y un impresionante 93% que aprueba la gestión de su gobierno. No, la visión tecnológica no es obviamente la única responsable de estas percepciones tan positivas. Pero sin duda, tiene mucho que ver.
No, España no es la India, hablamos obviamente de países muy diferentes, en muchísimos sentidos. España supera a India en renta per capita, en infraestructuras, en tasa de alfabetización y en muchos factores más. Pero precisamente por eso, la comparación de Narendra Modi con el insulso individuo analfabeto tecnológico e incapaz de manejar un ordenador que habita, esperemos que no por mucho tiempo, en el madrileño palacio de La Moncloa es de las que duelen de verdad. Por sus actos los conoceréis: mientras la India de Modi está logrando convertirse en un país atractivo para la inversión tecnológica y con posibilidades de progreso notables derivadas de la popularización de su uso, la España de Rajoy ha conseguido el dudoso honor de acuñar una reputación de hostilidad hacia la tecnología, el país de latasa Google, de la ley Sinde, de la expulsión de Uber o del impuesto al sol, por citar solo algunos casos. ¿Alguien es capaz de imaginarse una conversación entre Mark Zuckerberg, Larry Page, Jimmy Wales, Satya Nadella o cualquier otro líder tecnológico con Mariano Rajoy? ¿Es de verdad tanto pedir que un gobernante sea capaz de entender la importancia de la tecnología en el panorama actual, o pueda mantener una conversación con el fundador de una empresa tecnológica sin hacer ostensiblemente el ridículo? 
No me lo parece. O no debería ser así. 

This article is also available in English in my Medium page, “Leaders must open their countries to technology

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