miércoles, 26 de noviembre de 2014

ÁNGEL GONZÁLEZ

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Este poeta esencial es oriundo de Oviedo, donde nació en 1925. Su familia quedó muy afectada por los conflictos políticos que derivaron en la Guerra Civil; perdió a un hermano, otro se exilió y su hermana fue vetada para ejercer de maestra. Esta situación y las secuelas de la tuberculosis que padeció –y en cuya convalecencia leyó asiduamente poesía– dan forma a su obra, de claro contenido social, urbano y crítico, y también de un intimismo optimista muy característico.
Estudió Derecho en Oviedo, y en la Escuela Oficial de Periodismo en Madrid, y opositó para ocupar una plaza de funcionario en el Ministerio de Obras Públicas. Aprovechó una excedencia para viajar a Barcelona y relacionarse con poetas como Barral, Gil de Biedma y Goytisolo, y poco después publicaba su primer obra, “Áspero mundo”. De vuelta en Madrid, empezó a frecuentar a otros escritores, como García Hortelano, Celaya o Caballero Bonald. Junto a algunos de ellos se le enmarca en la llamada Generación del 50. Entre sus obras podemos destacar “Sin esperanza, con convencimiento”, “Grado elemental”, “Otoños y otras luces” y “Palabra sobre palabra”. Por sus libros fue merecedor del Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1991, entre otros reconocimientos.
Murió en 2008.
Ángel González pensaba…

Para vivir un año es necesario morirse muchas veces mucho.

Mi corazón: tu nido. Muerde en él, esperanza.

Donde pongo la vida pongo el fuego de mi pasión volcada y sin salida.

Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.

Si yo fuera Dios y tuviese el secreto, haría un ser exacto a ti.

Cuando el tiempo haya modificado mi estructura, y mi cuerpo sea otro, otra mi sangre, otros mis ojos y otros mis cabellos, pensaré en ti, tal vez. Seguramente, mis sucesivos cuerpos, prolongándome, vivo, hacia la muerte, se pasarán de mano en mano, de corazón a corazón, de carne a carne, el elemento misterioso que determina mi tristeza cuando te vas, que me impulsa a buscarte ciegamente, que me lleva a tu lado sin remedio: lo que la gente llama amor, en suma.

Ninguna era tan bella como tú durante aquel fugaz momento en que te amaba: mi vida entera.

Cuando tengas dinero regálame un anillo, cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca, cuando no sepas qué hacer vente conmigo, pero luego no digas que no sabes lo que haces.

Largo es el arte; la vida en cambio corta como un cuchillo.

Te llaman porvenir porque no vienes nunca.

La poesía enriquece el pensamiento y el alma. Os invito a sentirla y a practicarla.

Álex Rovira

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