sábado, 30 de agosto de 2014

La naturaleza de la amistad

http://facundomanes.com/2014/07/18/la-naturaleza-de-la-amistad/ 
Diario La Nación
Los lazos positivos y duraderos son clave para el bienestar general de los seres humanos. Estas relaciones sociales (por ejemplo, entre cónyuges, familiares y amigos) juegan un papel esencial en la sociedad humana ya que afectan a las funciones psicológicas, fisiológicas y de comportamiento. En particular, el apego estable parece tener un profundo impacto en el bienestar cognitivo, social, emocional y físico. Los vínculos sociales que proporcionan un sentido de pertenencia nos protegen contra los sentimientos de soledad, depresión e, incluso, la ansiedad.
La amistad es un rasgo distintivo que impregna el paisaje social humano. Una canción del compositor uruguayo Jaime Roos grafica de modo sobresaliente este valor. Nos dice que todos, alguna vez, pasamos por la puerta de un bar donde unos “tipos” alrededor de una mesa discuten, se abrazan, recuerdan, sonríen. “Es simple junarlos”, concluye la estrofa, “son viejos amigos.”
Está demostrado que otras especies también desarrollan este tipo de vínculo, lo que sugiere que la amistad no es solo una “invención” humana sino que constituye un rasgo evolutivo. Estudios recientes evidencian que se involucran un conjunto compartido de circuitos y vías neurales en la formación y el mantenimiento de amistades en los seres humanos y en otros animales y, por otro lado, sugieren que la amistad trae aparejado un impacto beneficioso para la salud y ventajas reproductivas en mamíferos, lo que puede traducirse en beneficios adaptativos. Algunos investigadores sostienen que entender la amistad en nosotros y en otros animales lleva a conocer más plenamente lo que significa ser humanos.
Las regiones neurales asociadas con el procesamiento de una amenaza fueron significativamente menos activas cuando los sujetos tenían la mano tomada a una persona cercana afectivamente
En un estudio, investigadores analizaron cómo la presencia de seres queridos puede alterar la respuesta del cerebro a situaciones amenazantes. Encontraron que las regiones neurales asociadas con el procesamiento de una amenaza fueron significativamente menos activas cuando los sujetos tenían la mano tomada a una persona cercana afectivamente. Esta investigación indica que cuando nuestros seres queridos están cerca, somos menos propensos a activar estructuras cerebrales que regulan nuestra respuesta hormonal al estrés. Esto puede plantearse de manera más sencilla. Imaginemos a dos personas distintas que caminan por la vida y le hacen frente a los tipos habituales de pequeños factores de estrés, como por ejemplo ser despreciado por un compañero de trabajo, o a uno grande, como puede significar el despido laboral. Uno de los dos tiene pocos amigos, y la percepción es que debe hacer frente a estos factores de estrés por sí solo. El otro sabe que sus amigos “le cubren la espalda”. En cada amenaza, la persona sin amigos puede experimentar reacciones de estrés elevados en comparación a la persona con amigos.
En otro estudio se investigó cómo nuestros cerebros responden cuando un amigo es amenazado por un extraño. Los cerebros de los participantes respondieron a las amenazas hacia ellos y a las amenazas a un amigo cercano de una manera muy similar. Estos datos sugieren algo revolucionario acerca de la amistad que evidencia una “confusión” entre uno mismo y un amigo en la forma en que el cerebro procesa la amenaza a ambos. Nuestra identidad incluye a las personas cercanas afectivamente.
John Cacioppo, de la Universidad de Chicago, realizó una investigación en la que estudiaron la proporción de las interacciones con amigos en diferentes situaciones: cara a cara, en las redes sociales, en sitios de juegos o de citas. Cuanto mayor era el porcentaje de las interacciones “cara a cara”, esas personas manifestaban rasgos de menor soledad. Desde hace unos años, mucha gente utiliza las redes sociales para continuar en contacto con quienes ve cara a cara en forma seguida; pero algunos lo utilizan como un sustituto. Una analogía posible a esto es como cuando uno come papas fritas. Si se tiene hambre, es mejor que nada; pero no sustituye a una nutrición suficiente.
Sobrevivimos y prosperamos al unirnos para brindar protección y asistencia mutua
Desde el comienzo de nuestra historia evolutiva como especie, sobrevivimos y prosperamos al unirnos para brindar protección y asistencia mutua. El carácter de solidaridad es inmanente a los seres humanos y se trata de una verdadera suma de genética, biología, ambiente y cultura.
Cuando una persona se siente sola tiende a centrarse en su propio bienestar y en el instinto de conservación. Investigaciones sugieren que esto no es una decisión consciente. Más bien los estudios dan cuenta de que, cuando una persona se siente sola, su cerebro está sintonizado para detectar automáticamente mayor información social negativa que positiva. Por lo tanto, la persona aislada puede llegar a ser más hostil y defensiva al hablar con los otros y tener menos habilidades sociales. Se ha demostrado que los seres humanos que están socialmente aislados no solo poseen tasas más altas de depresión, sino que también se enferman más a menudo y viven menos tiempo.
Muchas de las funciones del cerebro están involucradas en permitirnos tener interacciones humanas sanas. Una de esas funciones es la empatía. La empatía nos permite entender y responder a las experiencias emocionales de los demás. Estamos predeterminados a empatizar ya que, como dijimos, asociamos estrechamente a las personas cercanas con nosotros mismos. Cuando desarrollamos amistades, y contamos con gente en la que podemos confiar, nuestros recursos se expanden. Con “familiaridad”, otras personas se convierten en parte de nosotros mismos.
En síntesis, pasar tiempo con los amigos causa una mayor actividad en los circuitos del cerebro que nos hacen sentir bien (los circuitos de recompensa). Aunque el entendimiento pleno de la contribución de las interacciones sociales humanas al cerebro es complejo y aún no se conoce completamente, se sabe que tener relaciones interpersonales valiosas, de larga duración y una vida social activa protege nuestro cerebro. Así lo entienden también esos amigos de la canción cuando los sorprende el amanecer ahí reunidos y por no abonar la despedida dicen: “Aguanten, che, son solo. las luces del estadio.

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