martes, 26 de noviembre de 2013

Llegar en equipo o como sobrevevientes

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La Balsa de la Medusa
“Balsa de la Medusa”, lecciones del trabajo en equipo…
El trabajo en equipo se considera una cuestión “sagrada”, en donde imperan muchos mitos
 sobre sus bondades, pero en la que coexisten trampas que todos padecemos pero de las 
que poco se habla. Aun cuando todos asumimos que el trabajo en equipo es la mejor manera
 de realizar cualquier trabajo, también padecemos los huecos que provocan las disonancias 
cognitivas y alteraciones de las relaciones que se establecen entre sus miembros.
Con mayor frecuencia de lo que se publican y analizan los equipos sufren atrofias. A
 menudo algunos miembros del equipo ni siquiera están de acuerdo sobre lo que se 
supone están haciendo, algunas veces el líder no comprende cómo está configurado “su” 
equipo. Así, entre mitos, incapacidades y conflictos no resueltos son escasas las probabilidades 
de que un equipo vaya a hacer un buen trabajo.
La gente suele pensar que los equipos son “la democracia” y la manera eficiente de hacer
 las cosas. Pero los problemas con la coordinación y la motivación suelen socavar en la
base a los beneficios de la colaboración, incluso cuando se tiene un equipo integrado por
 personas con buen talento. Así que tenemos dos goles en nuestra contra desde el principio.
Puede parecer una tontería decir esto, pero si usted va a dirigir un equipo, debe asegurarse
 primero que usted sabe que pertenece a él y que su actuación tiene que abarcar al conjunto 
de las relaciones interpersonales establecidas, los intereses particulares, a las metas generales
 y a las específicas (colectivas e individuales). Usted va a gestionar personas, no “proyectos”. 
No siempre los líderes tienen una noción acertada de quienes integran su equipo, quienes son
 sus proveedores y quiénes son sus competidores. Es más, a menudo los líderes confunden estos
 términos en función de sus propios intereses personales que ellos consideran como “los intereses
 colectivos”; error: los intereses de líder del equipo no son, necesariamente, los intereses de todos
 sus miembros.
llegar a su meta como complacientes sobrevivientes de un naufragio
Lo peor que le puede pasar a los miembros de cualquier equipo es llegar a su meta como 
complacientes sobrevivientes de un naufragio. Su prestigio personal queda muy deteriorado y la
 confianza que pudieran recibir de los demás (incluyendo sus futuros compañeros) se verá 
negativamente afectada.
La conducta del líder inoperante es crear la suficiente homogeneidad interna para no quedar al 
descubierto. Aquí cobra valor lo que se suele denominar como un “desviado”. Cada equipo necesita 
un “desviado”, alguien que pueda ayudar al equipo desafiando la manipulación de los líderes
 mediocres para mantener la homogeneidad que ahoga el aprendizaje y a la creatividad.
Paradójicamente es la búsqueda de la homogeneidad, mediante el cierre de los debates, y no el
 disenso lo que provoca el descarrilamiento del equipo ante los acontecimientos mal gestionados
 por sus líderes.
A menudo el “desviado” sale de la norma con un gran costo personal. “Desviados” son los individuos 
que están dispuestos a mostrar las fallas que nadie más está dispuesto a hacer explícitas en el seno
 de un equipo.
La desviación aumenta el nivel de la ansiedad de todos porque para unos genera una tensión para
 lograr persuadir que sobreviene un desastre y para otros es una turbulencia amenazante de un
 equilibrio que, aunque relativo, les permite completar sus expectativas a costa de todo lo demás:
 el beneficio colectivo, el prestigio del equipo y el futuro.
Cuando un barco navega a favor de la corriente, resulta extraordinariamente valiente que alguien
 se levante y diga: —“Tenemos que hacer una pausa y probablemente cambiar de dirección”
Nadie en el equipo quiere oír eso. Por eso es que muchos líderes de equipo invierten grandes 
esfuerzos en reprimir a los desviados y tratan de conseguir que dejen de hacer planteos difíciles.
 Sin embargo, matar al “portador de las malas noticias” es cuando se pierde la posibilidad que el
 desviado evite que el equipo sea mediocre.
La grandilocuencia de los enunciados, ni las manifestaciones de buena voluntad contaminados
 con los intereses de los “náufragos complacientes” no garantizan buenos resultados.
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