martes, 26 de noviembre de 2013

El miedo al fracaso… y el miedo al éxito

http://www.matosas.com/competir_con_la_mente/2013/11/el-miedo-al-fracaso-y-el-miedo-al-%C3%A9xito.html 
Tumblr_m1utkeidN11rob09eo1_500

Share
“Siempre ganar y nunca perder no puede ser”. La vida es 
un mar de alegrías y tristezas, aciertos y errores, éxitos y fracasos,
 con sus pleamares y bajamares. Los auténticos deportistas 
aprenden, desde pequeños, a saber ganar y a saber perder. Se
 juega para ganar y se aprende, pero cuando se pierde se aprende
 más.
Saber competir, ganar y perder… sin ansiedadEl miedo al fracaso y el algo más complicado miedo al éxito tienen sus raíces 
en lo que podríamos denominar ansiedad al competir. La competición existe en 
el mundo simultáneamente a la cooperación. Desde pequeños cooperamos y
 competimos con nuestros hermanos, amigos y compañeros de trabajo. El competir 
con o sin ansiedad está fuertemente ligado al aprendizaje con nuestros padres y 
a los mensajes recibidos, fortaleciendo o no nuestra autoestima y haciéndonos sentir 
bien, o mal, ganando o perdiendo, respectivamente.
A los obsesionados con ganar es bueno recordarles que hay dos dramas en la vida: uno
 es no lograr un objetivo deseado; el otro, lograrlo. Ni ganar es tan bueno ni perder es
 tan malo. No hay que bajar en autoestima al perder ni subir en prepotencia al ganar,
 sino aprender en cada caso, y siempre estar a gusto consigo mismo.
Lo que genera el miedo al fracaso y el miedo al éxito es no tener resuelto el 
dilema de competir, ganar y perder con una ansiedad normal (necesaria), 
no excesiva (superflua).
El miedo al fracasoReside en el supuesto básico, consciente o inconsciente, de que hay que ganar 
en todo. Ganar es la mejor dicha, y perder, la peor desdicha: ser César o nada. Esto 
genera en unas personas una obsesión compulsiva por “ganar” que, a veces, 
termina influyendo en “perder” (extravertido compulsivo). Y en otras, que rehúyan competir 
por miedo a no estar a la altura y no poder lograr sus metas (tímido introvertido).
La ansiedad superflua está ligada a la inadecuación entre nuestras capacidades y 
objetivos en la vida. Debemos tratar de “ganar”, pero sin que se resienta nuestra
 autoestima si “perdemos” o nos equivocamos ocasionalmente; y sin que nos lo 
creamos demasiado en los aciertos y “éxitos” cuando “ganamos”.
El miedo al éxitoReside en el supuesto básico, consciente o inconsciente, de que solo se puede 
triunfar o alcanzar el éxito a costa de otros, pisando el camino a los demás: Yo
 gano, tú pierdes. Es el complejo de Macbeth, que, en su tragedia, terminó 
asesinando a todos sus potenciales competidores en su sangriento camino hacia 
el trono, ya fueran amigos o enemigos. La corona descansa sobre una cabeza 
atormentada por una ambición insaciable y por el sentimiento de culpa sobre cómo
 logró sus éxitos.
De esta forma, el éxito viene acompañado de la necesidad de deshacer lo que se 
ha hecho. Se pone en marcha la conducta opuesta a la que llevó al éxito. Cuando este
 está a punto de alcanzarse, la persona se sabotea a sí misma, evitando así el éxito
 culpable. Esto se observa en muchos actos, aparentemente fallidos, que cometen
 algunas personas, estropeando el resultado en el momento en que estaba a punto 
de ser alcanzado. Más que traicionarnos, el inconsciente nos guía.
ConclusiónEl miedo al fracaso (si tú ganas, yo pierdo), el miedo al éxito (si yo gano, tú pierdes)
 y sus raíces de no saber competir, ganar y perder se basan en considerar las 
situaciones como juegos de suma cero, donde si uno gana, el otro pierde. Así ocurre 
a veces, pero la mayoría de los juegos son de suma no nula, donde cooperación y 
confianza inteligentes generan opciones gana-gana a ambas partes. 
Quienes practican el juego yo gano, tú pierdes olvidan que en todos estos juegos 
aparece siempre un tercer jugador, que es la vida. Esta nos enseña a ganar y a 
perder, y termina por colocarnos en el lugar que nos corresponde y que nosotros
 mismos hemos buscado.

 ESTRATEGIA
José Medina, presidente de Odgers Berndtson Iberia.
Artículo publicado en Executive Excellence nº105 sep13

No hay comentarios:

Publicar un comentario