lunes, 29 de abril de 2013

Emociones vs. Razón

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Todos en algún que otro momento de la vida hemos tenido que tomar decisiones difíciles, quizás
 decisiones que jamás hubiésemos querido tomar. En este punto usualmente nos debatimos entre
dos opciones: ¿nos dejamos llevar por lo que sentimos o decidimos basándonos en los aspectos
 racionales de la situación? A veces es posible encontrar un punto medio entre lo que nos sugieren 
nuestras emociones y lo que indica la lógica. En otras ocasiones es imposible. Entonces…
¿qué hacemos? ¿cómo tomar decisiones de este tipo?

Un estudio muy reciente, desarrollado por psicólogos de la Universidad DePaul en Chicago nos
 muestra algunas conclusiones inesperadas: dejarnos llevar por las emociones no es una opción 
tan negativa como muchos piensan.

Estos investigadores le pidieron a los participantes que tomaran numerosas decisiones,
 relacionadas con la compra de un coche, la elección de apartamentos, el destino para irse de 
vacaciones e incluso los tratamientos médicos. Para simular las situaciones de la vida real, no
 se le brindaron todas las informaciones pertinentes sobre las diferentes opciones, de forma que 
los participantes conocían algunos detalles. De esta manera se creó una situación de 
incertidumbre, bastante similar a la que vivimos cotidianamente.

Después que las personas tomaban su decisión (de forma intuitiva y dejándose llevar por las 
emociones o de manera racional y lógica, analizando los detalles), se le brindaban más detalles 
sobre las opciones y se establecían los beneficios de la decisión tomada.

Así, pudo apreciarse que quienes tomaban decisiones basándose en sus emociones usualmente 
obtenían mayores beneficios que aquellos que elegían basándose en los aspectos racionales de
 la situación. Por ejemplo, en uno de los experimentos solo el 26% de las personas que pensaron
 de manera racional focalizándose en los detalles, brindaron una respuesta ventajosa a largo plazo.
 Por otra parte, el porcentaje de decisiones ventajosas aumentó al 68% entre quienes se dejaron
 llevar por sus sentimientos.

No obstante, esta técnica demostró ser muy efectiva cuando se debían tomar decisiones rápidas
 y no se contaba con muchos detalles sobre las diferentes opciones. Sin embargo, los resultados 
se invirtieron cuando se repitió el experimento brindándole más tiempo a los participantes para 
que tomaran la decisión. Es decir, cuando se puede tomar una decisión con calma, es mejor
 pensar.

Entonces… ¿a qué se deben estas diferencias? ¿Por qué las emociones pueden ser más
eficaces en una situación y no en otra?

Los investigadores especulan que cuando debemos tomar decisiones rápidas, nuestra mente
 lógica no es muy buena consejera ya que nuestra atención tiende a focalizarse en detalles que
 son intrascendentes. Sin embargo, nuestro inconsciente realiza un rápido periplo por nuestras
 experiencias y conocimientos anteriores y extrae rápidamente una conclusión que se expresa
 a través de lo que denominamos en el lenguaje popular corazonada o intuición.

En otras palabras, nuestra mente lógica necesita tiempo para pensar. El proceso de análisis, 
comparación y generalización consume tiempo por lo que no siempre podemos encontrar la 
mejor solución en un tiempo corto. Al contrario, el inconsciente sería mucho más rápido.

No obstante, el inconsciente no es infalible. Por eso cuando tenemos más tiempo, aplicar la
 lógica y llegar a la esencia del problema nos brindaría una decisión mejor.


Fuente:
Mikels, J. A. et. Al. (2011) Should I go with my gut? Investigating the benefits of emotion-focused
decision making. Emotion; 11(4): 743-753.

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