martes, 27 de diciembre de 2011

Yo no me la creo

http://www.emprendedoresnews.com/tips/yo-no-me-la-creo.html   

¿Por qué debo creer que un subsecretario es más real que un sueño? Jorge Luis Borges.
No debemos creer tanto en los elogios. La crítica a veces es muy necesaria. Dalai Lama.
El que sabe, no puede creer. El que cree, no puede saber. E. Bornemann

Es común ver al candidato cambiando de parecer según el resultado. Si pierde culpa a la ignorancia del pueblo, que poco antes era la voz de Dios. Si gana adjudica la victoria a la buena gente. Ni el mismo se la cree, sabe que en cualquier momento puede caer al abismo.
“Yo no me la creo, nunca me la creí ni pienso hacerlo. Sin él, sin su inconmensurable valentía y coraje, hubiera sido imposible llegar hasta aquí”, aseveró Cristina Kirchner,  el día que fue elegida presidente de los argentinos.
Disonancias cognitivas. Un principio de coherencia lleva a justificar los actos. Pero a veces se enfrentan las acciones, los principios y las emociones. Disonancias cognitivas son contradicciones que muestran desajustes entre lo que se piensa, se dice y se hace.
Al disonante le produce un estrés insoportable que lo lleva a autoengañarse con falsos argumentos. Como no puede reconocer su error, se convence de que eligió bien, que sus convicciones son sólidas e inteligentes. Deja de escuchar, barre la evidencia debajo de la alfombra y estructura mecanismos de defensa con los que trata de justificarse.
Un ejemplo de disonancia es cómo se justifica el vicio de fumar. A mí no pasará,  lo dejo cuando quiera, yo fumo cada tanto. Mientras tanto, cínicamente,  la industria del cigarrillo promociona la vida sana. En España el atado dice: el cigarrillo mata.
¿Auto qué? El disonante se la cree e inmuniza su creencia. Por eso dice yo pienso así en lugar de yo creo. Pensar es otra cosa, el que cree no piensa porque su creencia se lo impide.
Quiere saborear el gusto de la victoria, pero si pierde debería asumir la derrota y hacer una sana autocrítica. Si no acepta la derrota tampoco puede remontarla. Afrontar y asumir  un error es el primer paso evolutivo: es saber quiénes somos y cómo llegar a ser mejores.
El infierno tan temido. La perversión del pensamiento es por no saber educar, que es sacar de adentro el potencial que traemos al nacer, conociéndose uno  mismo. La educación es la industria pesada de un país porque fabrica ciudadanos.  El genio y el diablo comparten su gen con las condiciones que los hacen posibles. Se necesita un cambio, una reorganización de la sociedad para tener un punto de partida más equitativo. Finlandia lo hizo, logró que la educación y la igualdad de oportunidades sean sus políticas de estado. Allí las estrellas sociales no son los ricos y famosos sino los maestros. El infierno es el sistema.
Los chicos asiáticos estudian más. El trabajo duro deriva del cultivo de arroz. El proverbio dice: nadie que se levanta antes del amanecer deja de hacer a su familia rica. En Occidente priva la cultura de las vacaciones. Los niños pobres aprenden con clases. Una escuela marginal del Bronx aumentó un 60% las horas de clase y el 80% ingresó a la universidad.
El  principio de Peter. Existe una contradicción en cómo se premia o se castiga con ascensos de categoría. Según el principio de Peter se promueve al nivel de incompetencia. Se salta desde el puesto que se conoce, hasta el nivel superior desconocido.  Así el mejor vendedor es nombrado gerente y fracasa porque no estaba preparado para el cargo.
Saber decidir. Decidir es algo que hacemos siempre, pero hay parálisis por exceso de análisis y malas decisiones. La capacidad decisoria es afectada por arrogancia, desconocer su mecánica y falta de incentivos. La percepción nos hace creer que el sol se mueve y no la tierra. El pensamiento natural es lineal. Lo que sirve para decisiones simples, cómo elegir la corbata para el traje, en otro caso lleva a resolver bien el problema equivocado.
Se aprecia más al intuitivo que al analítico. El intuitivo no justifica su decisión, juzga a la gente por su cara. En un mundo resultadista el que gana no suele dar explicaciones. Pero se puede perder jugando bien, habría que separar decisiones de resultados. Se castiga el error, se premian poco los aciertos y no se castiga al indeciso. Se incentiva a no hacer nada y el miedo al fracaso paraliza. El que no hace no se equivoca pero tampoco aprende.
El deseo nubla la razón y el consenso es lento, pero la diversidad mejora la calidad de la decisión. La sociedad de consumo ofrece un radar para imitar. Decidir mejor es tener la brújula interior del autoconocimiento, sin eso no se puede decidir con inteligencia.
Para Séneca no existen vientos favorables para quién no sabe a dónde quiere llegar.
Solución vertical o lateral. La solución vertical se basa en el conocimiento existente. El mundo está lleno de soluciones que se desconocen y que podrían adaptarse a la necesidad presente. Haciendo lo seguro se corre poco riesgo, pero no surgen ideas revolucionarias. La seguridad  se caracteriza por afirmar: “Esa es la manera en que siempre se ha hecho…”.
Se necesita coraje para romper un paradigma. El pensamiento lateral se basa en la variedad de ideas, pensar en direcciones nuevas. La lluvia de ideas o Brainstorming, actualizada como Webstorming en tiempos de internet, saca al cerebro de su ambiente habitual y lo lleva por el camino de lo extraño, para salir del laberinto. El pensamiento lateral cava pozos exploratorios en otras partes, para extraer ideas frescas. Arriesga, el premio es una idea revolucionaria. La sinergia es lo mejor, las ideas se nutren de toda la información posible. Antes de iniciar el pensamiento lateral sobre un problema, una oportunidad existente o enfrentar grandes desafíos, es conveniente repasar con expertos las soluciones tradicionales.
La trampa tecnológica. La supremacía tecnológica supone una derrota de la imaginación que combina recursos internos y externos, para formar patrones y darles vida. Pero la tecnología como un fin en sí misma puede generar innovación sin valor para la gente.
Las empresas compiten en océanos rojos infectados de tiburones pero Sun Tzu  sostuvo que el arte de la  guerra es  ganar sin luchar. La “destrucción creativa” de Shumpeter supone que hay progreso cuando el exitoso es superado por un innovador. La teoría del Océano azul –OA-  recomienda dejar de luchar y crear nuevos mercados de gran valor. Entonces los peces abandonan el océano rojo – OR-,  los tiburones se quedan y compiten por los pocos que permanecen en él. La trampa común es correr detrás de la tecnología.
Swatch creó su modelo sin innovación tecnológica. Las empresas japonesas invadían con relojes digitales. Swatch evitó la guerra tecnológica. Creó un reloj barato, distinto y atractivo. Con el concepto de segundo reloj es la mayor empresa de relojes del mundo
La visualización creativa. El hombre alteró el orden natural, donde el efecto se deriva de la causa, por un orden humano donde el deseo del hombre es la causa. Para cambiar a un hombre, hay que cambiar su visión. Las imágenes positivas del futuro generan endorfinas, poderosos neurotransmisores que el cerebro fabrica para lograr salud y bienestar.
Sin Visión no hay entusiasmo dijo Daniel Goleman. Para Calvin Coolidge El entusiasmo es el patrimonio más importante. Supera al dinero, al poder y a la influencia. Es nada más y nada menos que la fe puesta en acción. Los sueños se generan a partir de la imaginación. Se construyen con la sustancia dura de la experiencia física y social. John Dewey.
Jack Nicklaus,  campeón de golf, recorría el terreno el día previo al torneo, hacía la película de la jugada en cámara lenta, sentía su mano, el palo, la bola, se identificaba con la escena y la activaba al comenzar a jugar.  Émile Coué dijo que la fuerza de la imaginación es el cuadrado de la voluntad. El miedo tiene su  imagen: es el fracaso. Más esfuerzo más  temor, lo que  produce la atracción fatal del obstáculo y encaminarnos hacia él.
La mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional es un sirviente fiel. Hemos creado una sociedad que honra al sirviente y ha olvidado el regalo. Esta frase es deAlbert Einstein, el mismo que afirmó que la imaginación es más importante que el conocimiento.
El pensamiento es como un río: calmo en unos tramos, turbulento en otros y con una cascada hacia la salida. El remolino lleva las aguas hacia arriba, el pensamiento retrocede ante la dificultad. Un estado de flujo lleva del problema a la solución. A menudo queremos empujar al río o buscar un atajo. El qué y el cómo de la propuesta deben atender al por qué. Cómo en los viejos tiempos hay que retomar el arte de aprender a preguntar.
El desvío de la vanguardia. Muchos revolucionarios propusieron terminar con el pasado y fundar un mundo distinto. Querían cambiar la vida, dar derecho al deseo y al amor, traer justicia a la tierra, eternizar  el goce y los sueños. Pero un puño invisible los domesticaba   hasta corromperlos con la opulencia y la fama. Algunos se suicidaron, otros desaparecieron sin pena ni gloria, pero los más astutos se hicieron ricos y célebres. Carlos Granés afirma que No se puede premiar  la estupidez y esperar que no traiga consecuencias.
Una voluntad que movilizó a espíritus generosos fue deshaciéndose de lo creativo y tornándose espectáculo que divertía a los que pretendía agredir, una caída en la nada, el retorno a valores que habían regulado la vida. Acabaron con ellos sin reemplazo, y vivimos, en la más absoluta confusión. Aunque la vanguardia no construyera muchas cosas, el poder destructivo del puño invisible deja como prueba, los escombros que nos rodean.
La educación es el sistema real que transmite los valores y es la que desvía la vanguardia. Sin embargo hay hombres que alteraron el curso de la historia. Uno de ellos fue Deng Xiaopong en China  quien priorizó la vanguardia ante la ideología. Una frase célebre resume su pensamiento: no importa si el gato es blanco o negro, si caza ratones es un buen gato. Deng se abrió al mundo para obtener tecnología de punta, capacidad empresaria e inversiones directas. Hay que dejar que algunos se hagan ricos primero, abrir muchas Hong Kong en China continental. China fue humillada en el pasado, hoy se humillan los que atrasan. El mundo atrasa, profesa el populismo, la democracia con líderes y pueblos ignorantes. Se podrá cuestionar el cómo pero la vanguardia China parece irreversible.
Yo no me la creo. En esta nota circularon los conceptos de creer y crear. Descubrir algo que ya existe – como Colón – o inventar algo nuevo – como Franklin, el inventor del pararrayos, son matices de la creatividad. Mientras que el ser  razonable se adapta al mundo, el irrazonable lo transforma generando el progreso. El creador sintetiza en la primera persona los verbos  creer y  crear: “Yo creo”. Los genios tienen rasgos comunes: su carácter (actitud de apertura, originalidad, fluidez, autoestima, continuidad, inconformismo); sus aptitudes (observación, memoria, comprensión, decisión, delegación); sus conocimientos (no se crea de la nada), pero existe la ceguera del especialista. Los que viven en un mundo cerrado no aprenden de la realidad y el feedback con la realidad es lo que impide que un error se convierta en hábito.
Siempre conviene citar el pensamiento del pastor alemán encarcelado de 1937 a 1945 por Hitler. La historia de Martin Niemoller es fascinante y arroja luz sobre el poema y el significado que tenía entonces y tiene hoy.“Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”.
Yo no me la creo, pero no estés tan seguro, los prejuicios están a la vuelta de la esquina.
Dr. Horacio Krell. Ceo de Ilvem,




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