lunes, 21 de noviembre de 2011

Los límites del cerebro humano frente a las exigencias de la era digital

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Uno de los requisitos para muchos trabajadores en el mercado laboral moderno es tener la habilidad de poder realizar tareas múltiples simultáneamente (lo que en inglés llaman multi-tasking).
El poder sostener una conversación telefónica mientras se lee un correo electrónico al tiempo que se envía un mensaje de twitter es un escenario común hoy en día. Y todo eso se lleva a cabo en medio de un creciente e ilimitado océano de información que nos llega en todas direcciones y estimula todos los sentidos.
Pero el cerebro humano no está hecho para funcionar eficientemente en ese entorno, coinciden la mayoría de los expertos, y esperar a que evolucione para hacerlo probablemente tomaría decenas de miles de años.
Así que lo que nuestra “central de comando” está haciendo es rediseñando sus funciones para adaptarse a las realidades de la era digital. Pero hay que hacerlo con equilibrio, advierten los neurólogos.
Lo uno por lo otro
“Técnicamente no podemos dar igual atención a dos tareas cognitivas exigentes”, afirmó a BBC Mundo Edward Hallowell, autor y psiquiatra de niños y adultos con consultorios en Nueva York y Boston.
Hallowell dice que cuando alguien se refiere a hacer tareas múltiples simultáneas, lo que está haciendo es cambiar rápidamente su foco de atención de una tarea a otra.
Reconoce que actividades relativamente sencillas como caminar y hablar se pueden realizar al mismo tiempo pero, en el momento en que se vuelven más complejas se diluye el poder de concentración.
“No podemos leer a Shakespeare y aprender física cuántica al mismo tiempo”, sentenció.
Mejoras de aprendizaje
La doctora Ladan Shams, experta en integración multisensorial de la Universidad de California, en Los Ángeles, coincide en que el multi-tasking afecta el proceso de aprendizaje en tareas que requieren atención completa. En unos casos no se aprende y en otros el aprendizaje no es robusto.
“Pero, recientemente, hemos visto que otros tipos de aprendizaje sí se benefician del multi-tasking”, señaló la neurocientífica.
“Algunas mejoras pueden ocurrir en procesos sensoriales cuando el estímulo es subliminal y el individuo está ocupado en otra tarea”.
Un ejemplo de esto puede ser cuando un ejecutivo encuentra que puede dictar un memorando con mayor facilidad si está arrojando una pelotita al aire y atrapándola una y otra vez.
Lo que parecería que está sucediendo es que una parte del cerebro que podría distraer al individuo de su principal tarea está siendo ocupada por la actividad de arrojar las pelotitas, teniendo el efecto de aumentar su concentración en el dictado.
“También hemos encontrado que tres tipos de aprendizaje pueden ocurrir simultáneamente”, indicó la doctora Shams.
En un experimento sometieron a sujetos a escuchar una secuencia de sonidos al tiempo que veían una serie de formas en una pantalla.
Los sujetos pudieron aprender las secuencias auditivas y las secuencias visuales, así como aprender a asociar las formas con los sonidos.
“En otras palabras, tres tipos de aprendizaje ocurrieron simultáneamente sin que hubiese una reducción comparado a cuando se les presentó cada estímulo (auditivo o sonoro) individualmente”, explicó la doctora.
Malabares
No obstante, para el psiquiatra Edward Hallowell, todo depende de la cantidad de información que se esté manejando.
“Tome un operador de una torre de control. Ellos están poniendo atención a todo tipo de información al tiempo que dirigiendo a los pilotos para que aterricen sanos y salvos”, expresó. “Llega un momento en que si tienen demasiados aviones, no pueden hacerlo”.
“Hay un límite a la cantidad de bolas que un malabarista puede mantener en el aire”, recalcó.
La neurociencia señala que nuestro cerebro evolucionó para un mundo muy diferente al que habitamos ahora. No está optimizado para realizar muchas de las tareas que enfrentamos, ya sea computar cálculos numéricos o recordar los nombres de todas las personas que conocemos diariamente.
Tampoco está diseñado para absorber y almacenar las masivas cantidades de información a la que estamos expuestos hoy en día.
Pero no podemos esperar a que el cerebro evolucione físicamente para desarrollar mecanismos que le permitan manejar la marejada de información. Eso tomaría decenas de miles de años.
“Lo que se es más probable es que aprendamos a adaptar nuestras presentaciones de información para explotar las capacidades ya existentes del cerebro”, aseguró Ladan Shams.
Neuroretroalimentación

Esa es la filosofía (y la ciencia) que está detrás de los que hace el Dr. Eran Zeidel, colega de Shams en la Universidad de California.
“El cerebro básicamente es producto de un hojalatero más que de un ingeniero”, afirmó Zeider a BBC Mundo. “Como no podemos esperar a que evolucione, tenemos que rediseñarlo y tenemos cómo hacerlo”.
El doctor Zeidel trabaja sobre una forma de bioretroalimentación para el cerebro que llama neuroretroalimentación.
De la misma manera en que se pueden modificar funciones corporales -como la presión arterial- a través de la conversación placentera con un paciente, igualmente se pueden alterar las frecuencias del cerebro.
“Paso de afectar el sistema nervioso periférico (con la bioretroalimentación) a cambiar el sistema nervioso central (con la neuroretroalimentación)”, continuó.
“Con la neuroretroalimentación puedo cambiar el estado del cerebro a lo que quiera y eso abre las puertas a cómo procesamos la información”, manifestó Zeidel.
Eso permitiría, por ejemplo, que el cerebro podría utilizar filtros para descartar la información que no considera necesaria para la tarea que está desempeñando, liberando así otros espacios y volviéndolo más potente.
“Estamos desarrollándonos en nuevas maneras creativas, fantásticas e interesantes”, comentó al respecto el psiquiatra Edward Hallowell.
“Estamos desarrollando nuevas redes neuronales para procesar información rápidamente”, dijo. “Pero lo que añadimos en velocidad perdemos en profundidad”.
Hallowell advierte que no debemos perder de vista cuando se necesita concentración. “Cuando necesitamos concentrarnos debemos abandonar las tareas múltiples”.
“Si vamos manejando un auto, escuchando música, y nos perdemos, ¿qué hacemos?”, se pregunta. “Bajamos la música para recuperar la concentración”.




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