miércoles, 20 de julio de 2011

Cosa de monos

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Científicos de la Universidad de Pittsburg crearon un brazo robótico que se mueve por señales emitidas por el cerebro. El experimento fue realizado con dos monos entrenados por biorretroalimentación para controlar las ondas cerebrales. Se les impidió usar sus brazos y aprendieron a enfocar su pensamiento para controlar el brazo artificial.

Además de ayudar a conocer mejor el funcionamiento del cerebro humano, se abre un campo de investigación sobre la relación cerebro-robótica. Los implantes robóticos servirán para tratar enfermedades e incluso para mejorar el desempeño físico y mental.

La naturaleza del hábito. Un grupo de científicos ubicó a cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un cesto con bananas. Cuando un mono subía, los científicos lanzaban agua helada a los demás. Si algún mono intentaba subir, los otros lo atacaban. Pasado algún tiempo, ningún mono se animaba, por el recuerdo de la experiencia. Entonces, los científicos sustituyeron un mono. Lo primero que hizo el mono nuevo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros. Un segundo mono fue sustituido y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza. Un tercero fue cambiado y se repitió el hecho. El cuarto y el último fueron sustituidos. Quedó un grupo de cinco monos que no recibió baños de agua fría, y que sin embargo seguían golpeando al que intentaba llegar a las bananas. Si fuese posible preguntarles por qué la respuesta probable sería: “no sé, las cosas siempre se han hecho así aquí”.

Como puede verse hombres y monos están condicionados por el poder de la costumbre

Una historia en común. En Leipzig en el año 1924 nació el hijo del doctor Brennan y un mono. Con su esposa los educaron con igual afecto salvando distancias lógicas.

Hasta los 18 meses el mono lo supera, pero el chimpancé sigue emitiendo gritos de emoción que no puede administrar. El niño independiza su mundo. Descubre que la palabra crea hechos, el mono sólo conoce la reacción condicionada. La palabra nombra al concepto y la información a la situación. El niño se convierte en el padre del hombre que será.

El animal no generaliza, no incorpora las leyes naturales, debe ver y disponer del medio. El niño usa conceptos que no ve, amplia su percepción: con la palabra árbol representa a todos los árboles. No actúa por ensayo y error, recupera lo que necesita, reconstruye su pasado, crea su futuro y ensambla el recuerdo con la imaginación.

Como el utensillo del hombre primitivo el niño trae a su mente el concepto y lo aplica. El niño aprende antes de ir la escuela, por eso cada padre debe ser un maestro. No desarrollar su potencial es perder la oportunidad de ayudarlo a construir un futuro mejor.

Monos que piensan. Si un mono puede mover con la mente un brazo mecánico, ¿qué no podría hacer el cerebro humano educado y entrenado? La gente con lesiones de la médula espinal tendrá así la oportunidad de usar una prótesis modular.

El cerebro tiene una capacidad superior a la que usa, para desarrollarlo hay que convertir las aulas en laboratorios donde optimizar el desarrollo de la capacidad de nuestros niños.

Se sabe que las neuronas “conversan” entre sí a través de puntos de unión llamados sinapsis, donde un axón toma contacto con una dendrita –en el cuerpo de otra neurona-. En el sistema nervioso, los impulsos eléctricos que circulan a través de estas redes permiten que la información se transmita en cadena. La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para cambiar los circuitos neurales y su organización.

Piaget descubrió los factores de la evolución del psiquismo. La asimilación consigue que las nuevas conductas no arranquen desde cero, todo se aprende a partir de algo conocido: es la función de la memoria. La acomodación es la forma en la que se modifica la memoria al incorporar nuevos conocimientos: es la función del aprendizaje.

Lo innato y lo adquirido. Los genes son responsables del 10 % de las redes neuronales, pero el 90% se forma con la experiencia y el conocimiento. La forma de ver y actuar en el mundo, los proyectos, el desarrollo personal, dependen de eso. Son los pilares que permiten planear el destino escapando del condicionamiento genético.

El cerebro se modela con la actividad que se realiza. Los ejercicios físicos preservan la salud cardiovascular, los cognitivos preservan la mental. Usamos más el hemisferio izquierdo. El que descubre es el derecho y lo delega en el izquierdo. Si por rutina o comodidad dejamos de investigar el cerebro se estanca. Lo que no se usa de pierde.

Desarrollo no es lo que tenemos sino lo que hacemos con eso. La gimnasia mental crea neuroplasticidad porque combina la acción, la imaginación y la memoria. Para Einstein “la imaginación es más importante que el conocimiento”.

¿Libertad o seguridad? El mono “conservador” prefirió la seguridad del árbol y se aferró a las ramas. De él descienden los simios actuales. El mono “progresista” dejó el árbol, se arriesgó a la incertidumbre de la llanura, y se hizo hombre. La bipedestación logró que la mano liberara a la boca de la tarea de tomar el alimento, el rostro se aplanó, el ojo se convirtió en el órgano intelectual y el cerebro creció.

El salto mayor fue la invención del alfabeto. Su tallado en el cerebro le dio al hombre la capacidad de comunicación que ninguna otra especie posee. El problema actual es que prevalece una razón mecanizada dirigida por la sociedad de consumo y por un pensamiento light donde casi todo da igual. Disminuye la pasión que es el motor de la inteligencia.

Aprender a aprender. Un vendedor de sombreros se durmió en un árbol. Al despertar miró hacia arriba y vio a monos con sus sombreros puestos. Gritó y le devolvieron el grito. Hizo gestos agresivos y los monos lo imitaron. Tiró piedras y recibió una lluvia de frutos. Irritado tiró su sombrero al suelo y los monos los tiraron. Recogió todo y siguió su camino. El hombre que engañó a los monos se convirtió en leyenda. Años después su nieto lo imitó, llegó al árbol y le pasó lo mismo. Les silbó y recibió una rechifla. Así imitaron cada uno de sus gestos. Entonces arrojó su sombrero ya que conocía el desenlace. Un mono bajó, tomó el sombrero y le dijo: ¿Crees que eres el único que aprende de los mayores?

Hay algo mecánico entre neurotransmisores y neuronas espejo. Pero la neuroplasticidad se construye y las neuronas circulan por la senda que se eligió. El cerebro replica en redes la cultura del ejemplo que recibe y lo que aprende de la experiencia propia. Así es uno mismo, con su estilo de vida, el arquitecto creador de su cerebro y por ende de su destino.

Cosa de monos. Adam Smith creía que los humanos eran los únicos que sabían negociar. Nadie vio un animal diciendo esto es mío y eso es tuyo, o te doy esto por eso.

Unos científicos hicieron un experimento con monos en la Universidad de Yale. Intentaron que cambiaran “monedas” por comida. Los bienes que podían comprar eran uvas o cubitos de gelatina, a una moneda la unidad. Cada mono gastaba como mejor le parecía. Los científicos rebajaron los precios a dos uvas por moneda y los primates consumieron más uvas. Ese mismo comportamiento se da en el hombre, cuando el precio sube, consume menos de ese bien, y si baja, consume más También uno de los primates intentó usar una rodaja de pepino como moneda y engañar a su cuidador. O empezaron a robar monedas. Inclusive uno de los monos aceptó monedas a cambio de sexo. En síntesis, su comportamiento fue parecido al homo sapiens, ese animal que conocemos algo mejor.

Al reflexionar sobre qué y cómo enseñar, se olvida la importancia de prestar atención y de la concentración reflexiva. Los monos son reactivos, viven pendientes del entorno, no viven desde sí mismos. Los hombres pueden entrar dentro de sí para pensar. Pueden elegir a qué prestar atención y reflexionar sobre la vida con un pensamiento creativo y estratégico.

Dr. Horacio Krell. Director de Ilvem, contacto horaciokrell@ilvem.com

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