sábado, 5 de febrero de 2011

Los desafíos de los emprendedores latinos sub 30

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Sin tantos recursos ni con el apoyo esperado, jóvenes de América Latina empiezan poco a poco a pisarle los talones a sus pares estadounidenses en esto de crear grandes negocios a temprana edad. A continuación, algunas claves para triunfar.
Autor: Daniela Arce

Bastante se ha dicho sobre las intenciones y el actuar de los jóvenes una vez que dejan la educación superior. Que no permanecen más de un año en su trabajo y que pretenden ascender rápidamente a puestos de jefatura donde obtengan una mejor remuneración, son algunos de estos propósitos, por los que, además, chocan tanto con aquellos ejecutivos mayores que miran renuentes esta actitud.

Es es esta manera de pensar y de proyectarse en la vida, la que hace posible que en el último tiempo se vean cada vez más emprendedores jóvenes. Pese a que en América Latina los que emprenden y pertenecen a este rango son los menos, hace diez años atrás podría haberse hablado de una tendencia inexistente.

En Chile, Uruguay, Colombia y Costa Rica, es donde con mayor fuerza parecen estar haciéndose sentir.

Colombia a la cabeza

“Hay un movimiento importante en Colombia a nivel de educación superior, que trata de promover la figura del emprender.Qué es importante: se realizan congresos, reuniones y existen incentivos. Además, casi todas tiene su centro de emprendimiento y lo consideran importante e independiente. Claro, no es lo mismo emprender en Silicon Valley que hacerlo en Colombia, pero no es mejor ni peor”, dice José Ernesto Amorós, director de investigación de la Facultad de Economía y Negocios, Universidad del Desarrollo.

A partir de 2008 que está en funcionamiento en Colombia la Red Nacional para el Emprendimiento, un compromiso de entidades gubernamentales, privadas y académicas. A esto se suma que, según un informe del Global Entrepreneurship Monitor, este país sería uno de los más emprendedores de la región, tras Bolivia y Perú, y con el más alto porcentaje de formación empresarial en la educación superior (20%).

Todas estas iniciativas contribuyen a cambiar la mentalidad que impera en América Latina: la mayoría de los estudiantes espera salir de la escuela para entrar a la educación superior y así hacer una carrera que le permita integrar una empresa. También existe un enorme temor al fracaso y en eso mucho tiene que ver la sociedad, que no lo considera un aprendizaje sino que una muestra de incapacidad.

Algo similar a lo que ocurre en Japón donde los estudiantes sólo quieren llegar a una multinacional. “Es una cultura del corporativismo y la gente más que acá en Latinoamérica, quiere estar trabajando para una empresa grande”, dice Amorós.

El pequeño salto

Sin el mismo despliegue de Colombia, otros países como Chile y Uruguay también están haciendo su trabajo con el fin de dar una alternativa a este nicho.

En el primero existen varias universidades que han instalado centros de Start-Up y algunas escuelas imparten cursos; el segundo, en tanto, hace diez años que el gobierno impulsó el emprendimiento en varias instituciones de educación superior.

“La ventaja de Chile, en comparación con otros países de la región, es que las reglas son más claras: es más confiable financieramente y también puede ser un polo de atracción para realizar negocios”, menciona Amorós.

En la Universidad ORT, en Uruguay, experimentaron lo poco informados y desconectados del emprendimiento que estaban los uruguayos, al momento de dar funcionamiento a la incubadora de empresas de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC)

“Al inaugurar la incubadora publicamos en prensa invitando a la gente a emprender, pero nadie se presentó. Entonces, nos dimos cuenta que algo estaba faltando, no habían las condiciones en el país para que los universitarios emprendieran. Esto nos hizo trabajar en ecosistema emprendedor a nivel nacional”,
relata Enrique Topolansky, coordinador del Centro de Innovación y Emprendimientos, Universidad ORT.

Emprender para innovar

Están los que crean pequeñas empresas con la intención de subsistir y también aquellos que llevan a cabo proyectos con los cuales innovan y dan empleo. De esto último se trata, explican los entendidos en el tema, la verdadera misión de emprender.

Pero en la región sucede que la materialización de ideas está fuertemente vinculado con la subsistencia, lo que para los especialista consultados, es una desventaja.

“La gran mayoría de emprendimiento es subsistencia, auto empleo y socialmente es bueno porque funciona como una válvula de escape. Pero hay que dar el siguiente paso. Deberían haber más emprendedores creando más empleo, incorporando mejor tecnología y proporcionado mayor valor agregado a productos. Ósea, hay muchos emprendedores en términos absolutos, pero en el detalle, uno se da cuenta que les falta en términos de innovación y en la aplicación de un óptimo modelo de negocios”, dice Amorós.

Es lo que pasa con los altos porcentajes de emprendimiento en Bolivia y Perú, donde la mayoría entra en la categoría de subsistencia.

Visionarios y atrevidos

Es cierto que existen diferencias con aquellos más avanzados en este ámbito como la cultura, la formación y el desarrollo económico -éste se encuentra relacionado con los niveles de emprendimiento innovador, pero aun se puede hacer mucho.

Entonces ¿qué hace falta? Lo primero es dar a conocer ejemplos de proyectos exitosos y que hayan sido ejecutado por jóvenes, de esta manera los estudiantes se darán cuenta de que pueden ser capaces y animarse. Lo otro también es desterrar ese pensamiento de quien fracasa no puede volver a levantarse.

Acá se penaliza mucho el fracaso, mientras que en otros se mira como un aprendizaje. Al que fracasa, se le como un contagioso, 'que metió la pata'. Aunque uno diga que puede mejorar, se considera como una derrota permanente no como un espacio intermedio que ayuda”, dice Topolansky.

La escuela, en tanto, explica Topolansky, también tendría un rol central en este pensamiento. “Se busca estandarizar. Si un maestro explica un problema y pregunta por la fórmula para resolverlo, se tiende a creer que sólo existe una manera de responderlo. Eso es lo que hay que evitar, por eso nosotros queremos que la gente busque alternativas”.

Las populares habilidades blandas son igualmente necesarias
. “El conjunto de habilidades blandas, como la creatividad, trabajo en equipo y habilidades de comunicación, no están muy arraigadas en los sistemas educativos latinos. Si bien no es una condición, ayuda a complementar el trabajo de emprender”, dice Amorós.

La falta de una visión global es bastante relevante también. Más allá de la necesidad de subsistir, debe pensarse en un mercado orientado al mundo. “Debemos tener acceso a redes comerciales, no falta dinero sino que acceso a mercado. Hay que buscar la manera de que los jóvenes puedan acceder a redes de comercio y eso se logra en viajes para generar confianza. Algo como el mecanismo de Erasmus Mundos para que se realicen viajes, generando redes que el día de mañana ayuden en repercutir para que sus emprendimientos sean globales”, relata Topolansky.

Asimismo, la dirección de un buen emprendedor tiene que ir en busca de generar empleos y aportar innovación.

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