miércoles, 19 de enero de 2011

El poder de la Visualización para desarrollar una mente positiva

http://www.laureanobenitez.com/visualizaciones_positivas.htm

Imaginar quiere decir ver mentalmente objetos, personas y situaciones. La imaginación es una actividad mental que tiene varios niveles, que van desde la observación simple hasta la fantasía simbólica. Los ejercicios que proponemos en este apartado siguen esta secuencia, partiendo de objetos y situaciones reales para ir desembocando progresivamente en una temática fantástico-simbólica.

En nuestra imaginación, podemos visitar el planeta que queramos, podemos ser la persona que siempre hemos querido ser, podemos ir a donde nos plazca, retroceder hacia el pasado para sanar y superar un conflicto, o proyectarnos hacia el futuro para diseñarlo a la medida de nuestros deseos... Nada hay de mágico o misterioso en estas prácticas. Sucede que la dimensión en la que normalmente nos desenvolvemos, y a la que llamamos real, es tan sólo una parte mínima de la realidad total, justamente aquélla que captamos con nuestra mente consciente en nuestro estado de vigilia. Pero hay más dimensiones, más niveles de conciencia, y por encima y por debajo de la conciencia normal hay vastas regiones, espacios ilimitados donde podemos entrar a voluntad con un adecuado entrenamiento. Se les conoce con los nombres de dimensión supraconsciente y dimensión subconsciente.

No somos seres aislados, nuestro verdadero ser no termina en nuestra piel, ya que no hay fronteras para el verdadero “Yo”. El universo es un todo orgánico, un inmenso “cuerpo”, donde todos sus miembros y órganos están interrelacionados. Todo es Uno, esta es la enseñanza de la filosofía perenne. La energía que circula por nuestro cuerpo es la misma que hace arder las estrellas (por lo demás, ¿no venimos de ellas?). Sólo hay una Mente, aunque distintos aspectos según su grado de vibración. Si esto es así, al dominar una vibración en nosotros, podremos también dominarla en cualquier parte del universo donde también se encuentre; al acceder a un determinado nivel, accederemos también al depósito universal de la energía que vibra en ese nivel. Hagamos lo que hagamos a nivel interno, desembocaremos siempre en el infinito. De ahí viene nuestro poder, y podremos usarlo para lo que deseemos. Por ejemplo, para curar a una persona a distancia, pues la mente de esa persona es idéntica a la mía.

Una de las leyes de la energía dice que una energía de determinadas características y vibración tiende a atraer energías de características vibratorias similares. El pensamiento es una forma de energía rápida, ligera y móvil, que se manifiesta instantáneamente. Cuando creamos algo, siempre lo creamos en primer lugar en forma de pensamiento, precediendo siempre la idea a su manifestación real: “Voy a hacer la cena” es la idea que precede a la preparación de una comida; “necesito un nuevo empleo” es el pensamiento previo a encontrarlo.

Los pensamientos son imágenes y palabras. La idea es como una película fotográfica: crea una imagen de la forma, que luego se magnetiza y conduce la energía física para que fluya esa forma y pueda llegar a manifestarse en el plano físico. Este principio sigue siendo válido aunque no emprendamos una acción física directa para que nuestras ideas se materialicen. El mero hecho de tener una idea o pensamiento alojados en nuestra mente, es una energía que tenderá a atraer y crear la forma en el plano material. Si pensamos constantemente en la enfermedad, acabaremos enfermando. Si pensamos en nosotros mismos como algo hermoso, acabaremos siéndolo.

Como consecuencia de este principio universal, atraemos a nuestra vida aquello en lo que pensamos más intensamente, aquello en lo que creemos con más fuerza, aquello que deseamos con mayor vehemencia, lo que imaginamos de un modo más real.

Partiendo de este principio básico, las técnicas de imaginación que desarrollaremos a continuación tienen el objetivo global de cambiar algo negativo que tenemos, y conseguir algo positivo que deseamos tener.

La técnica es bien simple: consiste en proyectar en nuestra pantalla mental una situación en la que el cambio ya se ha producido, viviéndolo y experimentándolo como real, como si ya viviéramos la situación deseada. Esta imagen mental deberá ser lo más clara posible, y muy concreta, con el mayor número posible de detalles, con el fin de dar más corporeidad y credibilidad a dicha imagen, y así poderla grabar más profundamente en nuestro subconsciente. Para ello, es fundamental recurrir a la sensorialidad, añadiendo colores, olores, formas, sonidos...

No olvidemos que nuestro discurso va dirigido a la dimensión subconsciente, la cual es absolutamente primaria, con muchas características infantiles y prerracionales, y funciona con símbolos, imágenes y arquetipos. La escena coloreada, sonora, olorosa y táctil que enviamos a ese estrato de nuestro ser no es sino un código simbólico donde va implícita una información cifrada, ya que dicho simbolismo es el que asimila nuestro subconsciente.

También es importante durante estas prácticas usar el poder sugestivo de las palabras, en forma de breves afirmaciones positivas donde, con una frase, se exprese lo que deseamos conseguir. Estas afirmaciones deben hacerse siempre en primera persona, y tienen que formular el deseo en su forma positiva.

Si usamos el poder de una mente centrada y aquietada, y lo focalizamos sobre una imagen clara de algo que queramos conseguir, nuestro subconsciente, conectado a la mente Universal, no tardará en dar forma a nuestros sueños.

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